Desde el siglo VI se celebra el día 3 de julio, ya que según la tradición sufrió martirio ese día.
Es patrono de jueces, constructores, arquitectos y teólogos.
Tomás es conocido entre los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras: ¡Señor mío y Dios mío! Nada sabemos con certeza acerca de su vida, aparte de los indicios que nos suministra el Evangelio.
Después de la venida del Espíritu Santo, San Tomás mandó a Tadeo para que bautizara e instruyese a Abgar, rey de Edessa. Según Eusebio
este rey escribió a Jesús invitándolo a visitar su reino y ser curado de una
enfermedad que le afligía. Cristo en respuesta le dijo que debía cumplir con la
tarea para la que fue enviado y después regresar a Aquel que lo había enviado,
pero que después de su ascensión el enviaría a uno de sus discípulos a sanarlo
y dar vida a el y su familia. Esta promesa de nuestro Señor fue cumplida por
Santo Tomás, quien envió a Tadeo, no solamente a sanar a este rey sino también
para plantar la semilla de la fe en esta nación.
Se sabe que en su labor apostólica, Santo Tomás, predicó en
Persia y sus alrededores, se menciona también India y Etiopía.
Sus huesos están actualmente en la Catedral de Ortona, Italia