
En las lejanas tierras de Albania, más allá del Adriático, se encuentra la pequeña ciudad de Scútari. Edificada en una escarpada colina a cuyos pies fluyen los ríos Drina y Bojana, desde el siglo XIII tenía en su poder un precioso tesoro: la hermosa imagen de “Santa María de Scútari”. El santuario que la albergaba era el centro de peregrinación más concurrido del país, un importante punto de referencia para los albaneses en materia de gracias y consuelo espiritual.
La imagen es una pintura realizada sobre una delgada capa de estuco, de 31 cm. de ancho por 42,5 cm. de largo. Una penumbra de misterio y milagro cubre los orígenes del sagrado fresco: nadie sabe cuándo ni por quién fue pintado...

Fue en Genazzano, a los pies del santo fresco de la Madre del Buen Consejo, que nacieron los Heraldos del Evangelio. Allí, Ella los inspiró, orientó y fortaleció. Por eso, a ejemplo de tantos otros, los Heraldos del Evangelio la consideran como su patrona. Además, por privilegio concedido por el Santo Padre, lucran en el día de su fiesta, 26 de abril, una indulgencia plenaria.
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